María Nieves Alvarez, vaquera de Pruvia, hizo la tanshumancia con sus padres. Se casó con Honorino Alonso, convirtiéndose en estante de Torrestío hasta que ambos se jubilaron. A partir de ese momento, y como sucede con muchos otros vecinos del pueblo, la casa de Torrestío se convirtió en su casa de veraneo. Los inviernos en Lugones los aplica para recordar y escribir y sus recuerdos. Nieves es, sobretodo, autodidacta y poeta. Por eso el año pasado, en la Primera ruta de Alzada Las Regueras-Torrestío, se le homenajeó como la poeta de Torrestío. Nieves tiene ahora 91 años.
Voy a contaros señores la historia de mi infancia:
Soy Nieves de Torrestío, me considero cristiana,
Mi padre era Manuel y mi madre era Laura.
Yo nací de trashumantes, de los vaqueros de alzada.
Bajada a las marinas
Salíamos de Torrestío, baxábamos por Ventana,
Dexando hacia la derecha la Venta de Porcineiro,
que estaba deteriorada
y no se oía la campana, porque la nieve reinada.
Llegábamos a Sierros Negros,
pasábamos a la escampada.
El campo es el de Xistrales,
donde allí algo se tomada.
Y recordando la frase de esta manera se hablaba:
“No hay hombre como Silvestre, que en el campo de Xistrales,
se cogió la bota al hombro y convidó a toda a su gente”.
En el fondo hay una ermita, que es la de Trobaniello,
La íbamos a visitar rezándole un padrenuestro y
dándole una limosna, porque quedaba en desierto
escuchando los silbidos, que los recibía del viento.
Baxábamos por la Venta, pasábamos por Ricabo.
Al fondo Sta. Marina y, un poquito más abajo,
está la Iglesia de Arrojo, donde ya nos acampamos.
Allí posamos la carga, allí cantaban los gallos;
allí catábamos les vaques, allí mamaben los xatos.
Nosotros, junto a la capilla, también nos acomodábamos;
allí hacíamos la cama y allí nos acostábamos:
Unos rezaban el Credo;otros, muertos de cansancio,
tenían que velar que no marchara el ganado.
Venía otro nuevo día y seguíamos caminando:
pasábamos las Agüeras, Caranga de Arriba y de Abajo y,
al llegar a Proaza, allí quitábamos el sayo.
Llegábamos al puente Trubia y allí ya nos separábamos,
de la carretera a Oviedo hacia la de San Cucao.
De S. Cucao a Llanera. De Llanera a Castejón,
donde había que cruzar la carretera a Gijón.
Allí ya olíen les fabes que mi madre cocinaba,
Pues ya nos faltaba poco pa llegar a Santolaya.
Allí pasábamos l´invierno, esperando el mes de abril
pa volver a la montaña a ver las yerbas salir.
Subida al Puerto
Salíamos de Santolaya, camino de Torrestío,
pa pasar por la vaguada, pues había mucho nieve pa cruzar por la collada.
Veníamos por Porcineiro, donde hacíamos buena parada,
pa contemplar la ermita que estaba deteriorada,…
Al sur está Torrebarrio, al norte Puerto Ventana;
Al este da Peña Ubiña y al oeste Regañón y la Collada.
Esto así ha sido vivido por la vaquera de alzada,
que me llamo Maria Nieves, del pueblo de Santolaya,
vecina de Torrestío, donde he sido casada y
también he pasado miedo a las terribles nevadas.
Y ahora voy a deciros que para Lugones he ido.
No será por mucho tiempo pues ya recorrí el camino.
Aquí termina la historia la poeta de Torrestío”.
Texto publicado en la revista Alzada de Torrestío, 2003